Te escribo desde aquí, un Blablacar conducido por Rafael, quién nos está llevando rumbo a Jerez de la frontera.
Mi paisaje sonoro en este instante: No puedo vivir sin ti de Miguel Campello. ( Ayyyy dios que rico el flamenco)
Una canción que acabo de descubrir y que entró directo a mi playlist colaborativa de “autodedicarme” : Un universo musical donde nos invito a ser las primeras que nos dediquemos canciones. A ser las primeras que romantizemos nuestra relación con nosotras mismas.
Y empiezo así, Inspirada por una estrofa de esta canción:
“Debería estar cansa’o
De tus manos, de tu pelo
De tu rareza,
Pero quiero más,
Yo quiero más.
No puedo vivir sin ti,
No hay manera”
¿Qué es vivir conmigo? ¿Cómo vivo conmigo misma? ¿Cómo puedo vivir más en comunión conmigo misma?
En comunión con mi locura, con mi rareza, con mis contradicciones y mis miedos.
Vivirme entera. Traerme completa a todo lado donde mi ser habite un espacio.
Entrando en tregua y acompañándome a ser, a mi y a mis formas.
Por mucho tiempo estuve en guerra con “mis formas”:
Con mi dulzura que puede pasar por empalagosa, con mi sensibilidad que me hace doler y amar el mundo en la misma medida -y coexistentemente-, con mi necesidad del alma de quererlo saborear todo y mi vida humana que me enseña a aprender escoger, con mis ganas constantes de seducir y hacerle el amor a la vida -y hacérsela-, con mi vivencia de Dios en lo sacro y lo profano.
Con mi locura. Soy una loca.
Creo en mi locura más que en mi cordura.
Mi cordura es esclava.
Mi locura, libre.
Mi locura le pertenece a mi intuición.
A mis vísceras
A mi terreno fértil .
Yo le pertenezco entera a mi locura.
Una sonrisa se acaba de atravesar en mis labios mientras tecleo estas palabras.
.
Sí. Sí. Sí.
Me atravesó.